Esencia


El aroma del alma se desdibuja a medida que el desgaste de un corazón despiadado ejerce sobre nosotros una rutinaria pasión empeñada en estructurarla.
No has de oler el alma si no puedes siquiera percibirla. Nunca podrás verla, el espejo nos refleja esa agonía.
Podrás tomar la que quieras, pero no expandirla, tocar solo la que te permita hacerlo, y morder la que sea más desinhibida.
Cerrarás el cuaderno de tus creaciones del alba, abriéndolo de nuevo para ver así el abanico de tu obra magna, y has de saborearla, catarla, y respirarla antes de por fin soltarla.
Te sentirás importante al arrancar sus hojas y lanzarlas al viento, quien se encargará de borrar tu nombre sin rozar tu esencia.
¿Será una musa? ¿Será ella el arte? ¿Será la pasión, la confianza, el desenlace? Sí, y será brillante y siempre viva, completando tu ser de una felicidad exhaustiva, convirtiéndose en el relato de tu vida de ella provista.
Tu instinto, tu instrumento, esa cálida caricia desde el cielo, que has de oler solo una vez y su aroma aparecerá en silencio.

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