El Perchero

El perchero de la espera ya no espera Mientras los minutos se vuelven horas incompletas y vacías Se pierde en un mar de brumas Mientras los corazones se abren como primavera en flor. Los cielos se nublan por momentos Mientras la mente se niega a prestar su opinión Uno se hunde en los suburbios de una tierra prometida En el momento en que esta se abre intentando tragarnos. ¡Oh dulce maravilla! Que me inhibes y me guardas en tu pecho ¿Qué es lo que tu mente espera de mí? ¿Cuáles son tus objetivos frente a esa vana promesa? Vives en un mundo que crees no te entiende Yo también vivo en él Pero mi corazón está muy desgastado como para entenderlo O entenderte... Enséñame a vivir en él Enséñame a encontrarte Enséñame a esperarte Pero no me enseñes a odiarte. Muéstrame tu corazón Pero no permitas que lo dañe Libérame y ayúdame a volar sin mirar hacia atrás Pero no me alejes de mis sueños anhelados. Ayúdame a pensar abriendo bien los ojos Y ayuda a mi mente a protegerme No hagas más cuestionamientos Simplemente cúbreme en tus brazos y rompe las cadenas. Solo espero que algún día llegues Y sé que lo harás sin anunciarte Pero no me ilusiones con viles promesas Sólo aparece y refúgiame en tus brazos.

Escrito 23

Cortar las riendas, soltarse el cabello Romper el silencio, trabar barreras Escribir sonetos y explorar cuevas Es curioso saber que si he de querer Es curioso entender que me he de perder Sentir las marcas, escribir en el cielo Cabalgar en el alma, arrullar un sueño Morder el polvo, rayar el viento Es curioso saber que no he de entender Es curioso saber que no me estrellaré Dibujar un futuro, esculpir la esperanza Caminar hacia el cielo erguido y con calma Avivar el corazón a estrellarse al alma Es curioso, ¿no ves? Entender esta calma Es curioso, ¿no ves? Aprender a usarla Llena de armas nunca usadas Llena de escombros del alma Llena de amor, de sueños, de rabia Vacía de miedo Vacía, sí, pero de karmas Es curioso entender que me he de perder Es curioso entender que no me estrellaré

Romance primero

A primera vista fuiste fría, no pude entenderte, No entendí tu silencio y me torturó el suspenso. Al apoyarte en mi pecho solo un aire de rechazo sentí de tu parte. No me dejaste tocarte. No me dejaste acercarme. Tuve que pasar días y noches anhelando: Tu presencia, el sonido de tu voz, Palabras aunque sea monosilábicas. Tuve que admirarte a lo lejos, desde abajo, Desde la penumbra, ésa que te acobijaba. Tuve que soportar mis celos de que le regales tu voz al viento, Y a mí me ignores y me rechaces. Pero, poco a poco me abriste una puerta, Me diste la oportunidad de, cómo hiciste conmigo desde un principio, enamorarte. Cuando por fin llegó ese día, me preparé de una forma exagerada, esperando tu llegada. Troné mis dedos y, al verte, sin dudarlo, te senté sobre mi regazo. Me permitiste por primera vez tocarte, acariciarte… Lo que no puedo ni podré olvidar nunca de ese momento es que, Ése día, finalmente, decidiste hablarme.

Platónico

Esas ansias de verte, ese rubor de encontrarte, esas ganas de mirarte y ese no se qué de verte. Esa mirada sin vergüenza de ser atrapada por mis ojos. Este suspenso en mi garganta y ese tambor en trance dentro de mi pecho. Esas caricias que imagino, y ese sabor amargo que me llevo. Esa expectativa errante y ese sinsabor ardiente pero adictivo y salvaje. Quiero acercarme pero no perder todo esto, quiero alejarte de mi mente pero no puedo. Prefiero la cercanía de tenerte lejos, prefiero ese sinsabor que me queda dentro. Prefiero, sí, verte y admirarte sin miedo Prefiero navegar por mi realidad inventada y sincerarme por este medio.