Hay un hombre.
Un hombre que me nombró en poesía sin siquiera conocerme
Un hombre que ideó mis facciones, que me prestó algunos gestos
Y, con ellos, sus genes.
Hay un hombre.
Un hombre constante en mi vida desde los cimientos
Un hombre a mi lado, sin importar el tiempo.
Hay un hombre que me nombró poesía y me enseñó a amarla
Que me conoció en una canción mucho antes de ser engendrada.
Un hombre que me enseñó a amar la música,
Esa, que ninguna nena escuchaba.
Hay un hombre que me enseñó a darle rimas a mis versos
Que corrigió una a una mis palabras
Que me cuida en el sujeto y predicado
Y que entiende el sentido de mis pausas.
Hay un hombre.
Uno de esos que es amigo, que es compañero,
Pero que es mi padre.
Supo secar mis lágrimas,
Supimos refugiarnos el uno en el otro, el otro en el uno.
Sabe lo que quiero, lo que necesito, sin saberlo
Sabe leerme a mi ritmo, cuidarme en mi espacio
Alentarme en mis logros y levantarme en mis fracasos.
Hombres hay muchos, pero solo hay uno,
Que siempre, me ha de contener en su regazo.
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