Su corazón latió una vez más al compás del viento... Era lógico saber que cuando las hojas se levantaban una a una, simultáneamente se despertaban sus sentimientos. Sólo quién pudiera ver y apreciar su alma podría finalmente descifrarlo.
Sus ojos se perdieron siguiendo aquella rama que, hoja a hoja, se alejaba, sin ser capaces de escuchar el susurro detrás suyo de los brotes nuevos que se aproximaban.
El viento susurró, y su madre mientras tanto todo esto observaba. Tiempo atrás había visto volar de la misma forma a su propio corazón, siguiendo la misma bandada; pero en ese momento, lo único que podía hacer era observar el momento en que su hijo revivía en los retoños de esa vida nueva que lo esperaba. Sentada frente a él, pudo ver como se desintegraba su noble corazón sin poder hacer nada: él solo tendría que ver los brotes que se aproximaban. Solo ellos le podrían mostrar su alma.

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